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Una vez en una deprimente noche, mientras reflexionaba débil y cansado sobre muchos tomos pintorescos y curiosos de consejos contables, buscando artimañas (sin escrúpulos) para encontrar algún nuevo pretexto para eludir los impuestos.

De pronto escuché que alguien llamaba a mi puerta sólo eso y nada más.

Entonces sentí un incómodo hormigueo y oí el tintineo del efectivo.

Cuando entró un temible banquero a quien había visto con frecuencia antes.

Su rostro tenía el color verde de los billetes de dólar y en sus ojos se podían ver signos de dólares que parecían centellear mientras hacía las cuentas.

Flujo de efectivo”, dijo el banquero y nada más.

Yo siempre había pensado que bastaba con mostrar un balance con cifras negras como el azabache.

Pero el banquero dejó escapar un resonante:

No. Tus cuentas por cobrar son altas, están subiendo hasta el cielo, las eliminaciones contables se vislumbran.

Lo que importa es el flujo de efectivo”.

Luego, repitió: “Cuida el flujo de efectivo”.

Después traté de contarle la historia de nuestro magnífico inventario.

Que, aunque grande, está lleno de cosas irreales.

Pero el banquero vio su crecimiento y con un fuerte juramento movió los brazos y gritó:

¡Basta!. ¡Ya es suficiente! ¡Paga el interés y déjate de patrañas!”

Luego busqué partidas no en efectivo que pudiera sumar hasta el infinito, para reemplazar el constante flujo de salida de efectivo, pero si quería conservar mis estados financieros con cifras negras debía detener la depreciación, y mi banquero me dijo que había hecho algo arriesgado.

Se estremeció y sus dientes empezaron a rechinar.

Cuando le pedí un préstamo, respondió con un gemido.

Que la tasa de interés sería la más alta más ocho, y para garantizar pureza insistió en alguna garantía.

Todos mis activos más el cuero cabelludo de mi coronilla.

Aun cuando mis balances tienen cifras negras, me encuentro de espaldas,

Mi efectivo fluye hacia fuera y los clientes son lentos para pagar.

El crecimiento de mis cuentas por cobrar es casi increíble.

El resultado es seguro, ¡un incesante infortunio!

Y escucho al banquero murmurar en un ominoso tono bajo:

“Cuida el flujo de efectivo”.

Por, Herbert S. Bailey Jr.

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