En el entorno empresarial y profesional, la competencia se basa en la imitación, un proceso donde se observan a sus competidores y buscan superarlos en algún aspecto, ya sea en productos, servicios o procesos. Este enfoque, aunque tradicionalmente visto como una vía para mejorar y destacarse en el mercado, puede tener efectos adversos en la creatividad y la innovación.
Cuando una empresa o un profesional se centra en la competencia, su energía y recursos se dirigen hacia la comparación constante con los demás, lo que puede llevar a la replicación de ideas y prácticas ya existentes. Este comportamiento fomenta un ciclo de mejora incremental basado en lo que ya existe, en lugar de promover la creación de algo verdaderamente nuevo y único, como resultado, se genera un entorno donde la creatividad se ve sofocada, ya que la prioridad es obtener una ventaja competitiva inmediata, en lugar de explorar nuevas posibilidades o innovar desde un enfoque original.
La competencia, en este sentido, no solo drena la energía y los recursos que podrían destinarse a la creatividad, sino que también puede limitar la visión y el potencial de una empresa o un profesional. Al estar constantemente enfocados en lo que hacen los demás, se corre el riesgo de perder de vista la identidad propia y el valor distintivo que se puede aportar al mercado. En contraste, cuando una empresa o un profesional se permite ser creativo, nace un nuevo ser, una nueva identidad que no está definida por lo que hacen otros, sino por lo que se puede crear de manera única e innovadora.
La creatividad en los negocios y en el ámbito profesional abre la puerta a la creación de productos, servicios y estrategias que no solo satisfacen las necesidades actuales, sino que también tienen el potencial de redefinir el mercado. Este enfoque no solo permite destacarse de manera auténtica, sino que también puede ser más sostenible a largo plazo, ya que se basa en la capacidad de innovar continuamente y adaptarse a un entorno en constante cambio, sin depender exclusivamente de la competencia como motor de crecimiento.
Mientras que la competencia puede ofrecer un impulso inicial para mejorar, la verdadera diferenciación y el crecimiento sostenido se encuentran en la capacidad de ser creativo, de mirar más allá de lo que hacen los demás y de construir una identidad y una oferta de valor que sean verdaderamente únicas.
La competencia es imitación, te comparas con alguien y tratas de ser mejor, competir destruye la creatividad, drena tu energía, miras al otro y quieres ventaja. Con la creatividad nace un nuevo ser.
Asesor Empresarial en Contabilidad, Impuestos y Negocios.
